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Del Diario de Delfina Bunge de Gálvez

Diario íntimo de Delfina Bunge de Gálvez que contienen el relato del Origen de la elección del lugar de La Gruta de Lourdes de Alta Gracia y de su construcción. Enero 1915, Febrero 1916.

Este relato pertenece al diario íntimo de Delfina Bunge de Gálvez que pasó a Máquina por pedido de un confesor.

“… yo no había sabido darle una idea de lo que era la de Lourdes. Manolo nos salvó la situación. En sus viajes de inspección, visitó en Tucumán un Colegio de Padres Lourdistas. Les habló de nuestra Gruta, y esos buenos Padres tuvieron la excelente idea de darle prestada, una maquette que tenían de la Gruta de Lourdes… Muy completa, pintada con los debidos colores, con el altar, los bancos colocados en su sitio y hasta con devotos arrodillados. Al mismo tiempo me mandaron La visión de Bernadette de Monlaur, que me fue tan útil.

…Respecto a mi novena y la Historia, no parezco yo recordar aquí que al escribirlas cumplía una promesa… pues en Europa había yo prometido que escribiría algo sobre Lourdes. Vine pues a cumplir esta promesa sin darme cuenta, y como llevada por las circunstancias…

…La primera idea de Guillermina, cuando por primera vez me habló de su proyecto de una Gruta, fue de que tal vez conviniera hacerla en ese terrenito que había pegado a la Iglesia Parroquial, que parece haber sido un antiguo cementerio. Es un terrenito baldío, encerrado por paredes, al cual da una puerta lateral de la Iglesia. Guillermina no se acuerda de esto; pero yo lo recuerdo muy bien.

… Antes era sólo la Inmaculada. Ahora si que también Bernardita es un poco mía. Y me alegro de haber abogado yo siempre por su culto en Alta Gracia. La última vez que visité nuestra Gruta, fue para dejar arreglado y establecido con los Padre que se pusiera allí a la deliciosa Santita… Por cierto que Guillermina también lo había pensado, aunque confiesa no ser en realidad su devota; conocer poco a Bernadette…

EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES DE ALTA GRACIA

HACE VEINTICINCO AÑOS …

¿Me piden que diga algo sobre el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes de Alta Gracia?... Quisiera en unas pocas líneas, evocar los primeros pasos dados en vista de su realización…

… La hoy señora de Goyena, entonces señorita Guillermina Achával Rodríguez había tenido la feliz idea de hacer en aquellos parajes una reproducción de la Gruta de Lourdes. Con ella, tomábamos un rústico sulky, y salíamos así las dos a campo traviesa, en busca de un lugar adecuado. Un lugar que pudiera recordar el divino paisaje de los Pirineos. Buscábamos, pues un cerro; pero que no quedara “demasiado lejos”.

Divisando una vez a la distancia los pequeños cerros en que hoy están Gruta y Capilla, nos dirigimos hacia ellos. No había camino, por cierto. Tuvimos que cruzar por matorrales que no parecían ser del agrado del matungo que nos llevaba. Pero era preciso llegar y luchábamos… A unos cien metros del arroyo, frente a los cerros, nos detuvimos… Pues era casi imposible hacer avanzar más al animal. Como emisaria, salté del sulky, y a través de los espinillos y la paja brava, llegué al arroyo que me fue preciso atravesar saltando también de piedra en piedra.

No olvidaré nunca el encanto que me produjo la vista primera de aquel lugar. Parecía una especie de templo natural encerrado por tres pequeños cerros: había allí algo como un extraño recogimiento. Era un rinconcito como separado del mundo. No era yo por cierto su Colón. Alguien debió haber descubierto antes las atracciones del sitio, pues había hacia la izquierda, contra una esquina de piedra, un montoncito de cenizas. Allí habían estado tomando mate… muy recientemente, puesto que el viento no había aún dispersado las cenizas. Entusiasmada volví a la orilla del arroyo, desde donde hacía señas a mi compañera…

Ella se encantó como yo, sentimos sin embargo algunos escrúpulos respecto a las facilidades del acceso para los futuros devotos, pues aquello resultaba bastante alejado del pueblo. (En sulky se tardaba en llegar). Recordé entonces que “la fe traslada los montes”… ¿No podríamos acaso –dije a mi amiga- pedirle a la Virgen que acercara un poco estos cerros?

Así lo ha hecho Nuestra Señora. Hoy, con los buenos caminos y los automóviles, el Santuario se ha trasladado, puede decirse, junto al pueblo, sin perderé su gracia ni su altura. Allí se le ve, de todas partes como si tuviera el don de Ubicuidad, y siempre dominando a su grey… por lo que no podemos dudar que la propia Reina celestial se eligió el lugar. Por lo demás, la Virgen es la mejor abridora de caminos, la mejor civilizadora. Han surgido, siguiéndola, los bonitos chalets; lo que antes eran espinillos y “paja brava” son ahora flores de jardín.

Por las asperezas por donde nuestro caballo no podía avanzar, suben hoy las Peregrinaciones…

En cuanto nos decidimos por aquel sitio, una de nuestras primeras medidas fue justamente la de pedir al señor Intendente que nos hiciera un camino para llegar, cosa en que en seguida nos complació. Para la construcción de la Gruta no tuvimos la menor dificultad. Pedimos dinero de casa en casa, y todo el mundo nos recibía de modo tan cordial, que se diría que íbamos, no a pedir, sino a dar. En realidad, creo que eso era lo que hacíamos: les ofrecíamos la especialísima protección de la Inmaculada; su presencia virtual.

Celebrose la primera Misa en la Gruta el 3 de Marzo de 1917. Y lo que la presencia de la Virgen ha hecho allí desde entonces es preciso que lo diga: el público puede apreciarlo. Muy pronto se vio la Gruta cubierta de devotos, testimonio de favores recibidos. Algunos bastante conmovedores. Recuerdo, por ejemplo, una magnífica espiga de maíz, agradecimiento sin duda de una buena cosecha.

Las peregrinaciones, iniciadas desde el comienzo, han ido creciendo en importancia. La concurrencia en las fiestas de Febrero es enorme. Y son indudablemente muy bellas las fiestas al aire libre, en esas tardes de verano; las procesiones con el Santísimo que, seguido del pueblo, bajan desde la Capilla hasta la Gruta y vuelven a subir, en aquella hora en que el cielo se tiñe de rosa, los cerros se idealizan, sale la primera estrella, y hasta la Virgen de mármol parece adquirir una nueva suavidad. Y a medida que oscurece, las velas que rodean a la imagen comienzan a lucir como estrellas terrestres: allí quedan rezando y señalando hasta a lo lejos el lugar, cuando la gente ya se va retirando.

                                      Delfina Bunde de Gálvez

                                      1942 – Escrito para La Nación (a pedido) y no publicado.

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